Autoeditar un cuento es toda una aventura llena de altibajos, errores y aprendizajes, aciertos y fracasos...
Ahora que ya existen físicamente, que puedo tocarlos, sentirlos, disfrutarlos y leerlos una y mil veces, no sabría definir la emoción que siento. Ha pasado ya un mes desde que los tengo en casa y una vez enviados a todos los mecenas del VERKAMI, toca pasar revisión a mi sentir.
Estaban en mi cabeza como una simple idea, como otra de mis locuras 😅 y ahora están en mi mano, tal y como los había soñado. Eso es muy fuerte. Y hay errores dentro y cosas mejorables, pero sobre todo hay corazón e ilusión puestos en cada una de las páginas.
Recuerdo cuando llamé a Otto para proponerle el proyecto. Le hablé de 10 cuentos que había escrito durante el confinamiento y él calculó esos más de 100 dibujos que tendría que hacer, casi le da algo... Así que elegimos 5, pero al final nos dimos cuenta que se podían hacer el pack de tres, con más calidad y más asequible para todos.
Buscamos imprentas, probamos en editoriales, por arte de magia apareció Núria para corregir y traducir textos, Jorge con su paciencia maquetando y diseñando logos,.. Presupuestos para cajas, bolsas de tela, cartas,... Una auténtica locura que finalmente ha salido bien parada. Son unos cuentos preciosos.
Mucho esfuerzo y mucho aprendizaje. Satisfacción y crecimiento personal.
Y ahora me preguntáis que cómo me siento...
AGRADECIDA Y FELIZ
NAMASTE 🙏